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miércoles, 27 de julio de 2011

La Conexión de internet iba bastante lenta, por lo qué google tardó bastante en terminar su búsqueda. Cuando acabó le di a la primera opción, pues me dio buena impresión su "Playa del Cabo:Sombras acuíferas" cómo título. También duró bastante tiempo la descarga de la página, hasta qué pude comenzar a leer:
Ana Salazar, perteneciente al pequeño municipio de Logué, localizado al sur de la provincia de Huelva, alegó haber visto unas peligrosas sombras acuíferas en la Playa del Cabo, cercana a su casa, cuyo término ella misma utilizó para definirlas. Apostaba haberlas visto en medianoche, y juró haber tenido serios percances con ellas. La supuesta víctima, qué aparecía con ciertos rasguños de cierta importancia (cortes que necesitaban puntos etc...) también añadió que había sido atacada por éstas, gracias a sus fuerzas sobre el agua... Por falta de pruebas, hoy, 13 de enero de 1982, el caso se cierra tras su ingreso en el psiquiátrico de San Juan en el año 1943, a la malintencionada causante de un gran revuelo entre los habitantes del lugar. La playa del Cabo no esconde nada, comentó el juez encargado del caso. 
Me quedé paralizada... ¿Ana Salazar? No tenía ni idea de quién podía ser. Supuestamente, ingresó en el psiquiátrico de San Juan. No estaba muy lejos de la biblioteca, solo había qué coger un  par de autobuses y te colabas allí. Eso hice, y en media hora me bajé del último autobús, cuya parada se encontraba enfrente de la recepción del loquero. Miré los alrededores, ¡vaya pintas! Daba un poquito de miedo la verdad. Nunca había estado en él, pero se oían bastantes leyendas fantasmales sobre aquél edificio. Entré titubeando el espacio qué me rodeaba. El interior era otro sitio muuuuuuúy! diferente. Estaba todo muy limpio y no se veía ningún loco suelto por allí. Tan sólo médicos de un lado a otro. En el fondo, estaba la recepcionista bastante ajetreada, pero aún así tenía que intentar hablar con ella, que el autobús costaba lo suyo. Me acerqué y me coloqué en la cola (una persona, que era la qué había). Y llegó mi turno.
-Psiquiátrico de San Juan, ¿qué desea?-dijo la recepcionista, una mujer treinteañera con cara de llevar mucho tiempo aguantando pesados. Se le notaba por su mero intento de interpretar voz de telefonista. 
-Hola:) Venía a visitar a una enferma, ingresada en este centro...-dejé caer.
-¿Tiene cita?-preguntó arqueando las cejas. 
-MMMMM... No. Pero pensé qué no haría falta. Soy su nieta-mentí pensando qué la tal Ana tendría ya bastante edad como para ser abuela.
-Está bien, dígame su nombre. 
-Ana, Ana Salazar.
-¿Ana? Ana no está.
-¿Cómo qué no está?
-Pues qué le dimos el alta hace poco. Digamos qué ya estaba bien.
-¿Digamos?
-Sí bueno... Nunca se recuperó. Ella insistía en qué vio aquellas sombras, pero los médicos la veían como un caso perdido, así qué le dieron el alta.
Me quedé pensativa, pensando en qué podría hacer.
-Chica, si no te importa deje pasar al siguiente y ahora si eso te vuelvo a atender ¿vale?-dijo con asco.
-Claro, claro...
Me senté, en el primer sillón que vi. Esperando buscar una solución. Al principio pensé en pedirle la dirección de Ana a la recepcionista, pero era muy posible qué no me la diera y entonces no tendría oportunidad de obtenerla de ninguna otra manera. Así que  me decanté por hacer una de las mías. 


DANI.

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